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PRETEXTOS DE UN AMANTE
Title: Pretextos de un amante Author: Dis Berlin Publication: Pieza a Pieza
Cuando Javier Ruiz me propuso que pensase en una exposición colectiva en la que estuviese yo con tres o cuatro artistas más, no me imaginaba que el proyecto que más me apetecía abarcaba un horizonte tan abierto: la primera lista era de treinta y tantos fotógrafos y pintores y he tenido que pararla en cincuenta y ocho.
Al pedirme que pusiese por escrito el argumento de la exposición entregué este texto que me parecía pertinente reproducir aquí:
Pieza a Pieza es un gabinete de pinturas, dibujos y fotografías. Obras rastreadas en diferentes épocas y lugares y que tienen como común denominador la intensidad y la concentración. Su particularidad es la de reivindicar el pequeño formato y permitir futuros montajes que se amolden a cualquier espacio como si fuese un gabinete privado. La delimitación figurativa no es gratuita. He pretendido repasar, aun cuando faltan algunos nombres, la continuidad de la figuración madrileña de los 70 en la dispersión y multiplicación de los lenguajes figurativos de los 80 y los 90.
Tras los sarampiones «neo-expresionista» y «transvanguardista» de principios de los 80, cada artista ha elegido su camino y unos pocos han logrado construir mundos propios. Más allá de un cierto retorno metafísico el valor más destacable es la recuperación de la pintura como oficio y un marcado desdén por las modas artísticas.
El título de la exposición deja claro la importancia de la obra frente a la vanidad romántica —tan rentable mercantilmente— de los nombres propios. Obras que ya conocía en muchos casos y que son parte de mi museo imaginario. Obras con las que me identifico y que reunidas forman un caleidoscopio de mundos reales e imaginarios.
En ningún momento he tenido la pretensión de ser objetivo ni respaldar esta lista con un discurso crítico. Mi visión ha sido desde la arena del ruedo, pues como espectador he sido a veces tan apasionado como con mi trabajo. He seguido a muchos de estos pintores y fotógrafos a pie de estudio, contaminada mi admiración por la amistad en algunos casos y en otros como visitante de sus exposiciones.
En el papel de aficionado al arte mi cercanía mayor fue mi breve experiencia como editor de grabados y la galería «El Caballo de Troya», fundada en 1991 y que continuó varios años más en manos de Mónica Roig. Parte de los postulados de esta exposición estaban ya en aquel proyecto: la reivindicación de la obra sobre papel y los pequeños formatos, la mezcla de fotografía y pintura y como sello de la casa una forma de colgar muy contracorriente, a la manera de los gabinetes de pintura de época, es decir, cubriendo las paredes completamente.
Volviendo al inicio de mis argumentos es importante destacar que buena parte de las obras elegidas en Pieza a Pieza me eran ya conocidas, por haberlas visto ya expuestas o colgadas en las casas de mis amigos Álvaro Villacieros y Manolo Domínguez, que desde hace años comparten conmigo parecidos gustos. En ellos se da lo que yo reclamo en la condición del coleccionista puro: pasión y criterio. Pasión que les ha llevado a la amistad con algunos de los pintores que admiran. Muchas de estas obras, como decía antes, las tenía en mi memoria. En otros casos, los menos, dada la imposibilidad de seleccionar con ese criterio, me he conformado con lo que más me gustaba de lo que había que elegir.
Respecto al argumento del pequeño formato son muchas las razones con las que se puede defender. La primera y más evidente es que buena parte de las mejores obras de arte en pintura y fotografía son de pequeño formato.
Permite el pequeño formato, si el coleccionista los sabe colgar con acierto, convertir las paredes en una constelación de mundos. Pero el argumento que más me importa es el que puedo dar como artista. Creo que la cualidad fundamental en una obra de arte es su intensidad y concentración y que las obras, sea cual sea su formato, no deben olvidar ese criterio.
La americanización de los formatos ha herido la médula de la creatividad arrastrando a muchos artistas a pintar más con el brazo que con la mano, lo cual sólo para muy pocos es lo más natural. Sobre este tema, y con riesgo de ser impertinente me permito recomendar el magistral texto de Focillón Elogio de la mano. En la fotografía las consecuencias han sido tanto más devastadoras, pues al ser un medio mecánico el agigantamiento se ha producido de forma tanto más gratuita. Basten como ejemplos las exposiciones recientes de dos maestros como Avedon y Newton, cuya puesta en escena, a riesgo de buscar lo espectacular, ha devenido en circense.
Otra de las características de esta lista es la dispersión geográfica que abarca casi todas las regiones de España. En los ochenta Madrid seguía siendo el centro artístico casi obligatorio por donde tenía que pasar la carrera de un artista. Y si bien comercialmente aún sigue siendo así, ya muchos artistas han decidido seguir su trabajo en sus lugares de origen y poner en manos de sus galerías el abrirles camino. Entre las galerías que han hecho una especial apuesta por la figuración hay que destacar el papel desempeñado por algunas de ellas: en Santander la galería Siboney, en Madrid la galería Estampa y en Valencia My name is Lolita art. Esta última ha focalizado además el «boom» metafísico valenciano y ha iniciado la aventura de darlo a conocer en Madrid.
He apartado de este texto algún folio escrito sobre mi andadura como espectador, que me ha llevado a remotos recuerdos que guardaré para otra ocasión más pertinente. Sí querría destacar la importancia que tuvieron para el relevo generacional de los setenta, artistas como Carlos Forns Bada, Sigfrido Martín Begué y Jaime Aledo, que aunque inédita hizo su tesis doctoral sobre dicha generación. Mención aparte por sus tan discretas como modélicas trayectorias son los casos de Aquerreta, Mezquita e Isabel Baquedano. Aún cuando vistos desde la lejanía los ochenta son años oscuros, junto a tantos «pintores jóvenes» que se apuntaban a todas las modas, empezaron a llegar artistas, especialmente a partir de la segunda mitad, cuya primera exposición mostraba una madurez y una densidad poética asombrosas: María Gómez, Antonio Rojas, Juan Correa, J.M. Calzada, Angie Kaak...
Acabaron aquellos años oscuros, vino una crisis de mercado que ayudó a purgar el panorama y en los noventa volvió a salir el sol, siempre entre nubarrones. La aparición de talentosos y bien preparados artistas figurativos en los últimos doce años ha sido algo casi milagroso. Contra viento y marea casi todos los años surge algún nuevo artista con voz propia y un saber hacer que ya hubiera querido yo en mis inicios. |