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GUILLERMO PÉREZ VILLALTA. GUSTO AL GUSTO

Galería Rafael Ortiz. Sevilla 2014.

 

Francisco L. González-Camaño en su texto “La mirada imaginaria”, escrito para la ocasión, señala:

 

“Desde una posición no siempre de soledad pero sí de absoluta resistencia GPV ha insistido una y otra vez, sin duda porque en su terquedad le animaba el amor incondicional a la pintura y al arte en general, en sus convicciones de artista hasta ver alcanzado el objetivo de ataviar a las ideas con formas bellas y placenteras sin dejar por ello de ser moderno. “Pintor –advirtió Dalí- no te empeñes en ser moderno. Es la única cosa que, por desgracia, hagas lo que hagas, no podrás dejar de ser”. Y Guillermo, a fuerza de practicar tan ricamente la modernidad, se ha hecho clásico. Tan clásico como pueda serlo El Lissitzky o Tiepolo o Giorgione o los tres conversando con provecho en una misma habitación. Tan clásico y tan moderno como un templete de Palladio en un jardín babilónico o un bodegón gigantesco a la orilla del mar. Destino natural, por otra parte, en un pintor que entendió que la pintura es un viaje en el que –y son palabras suyas- “en cada isla, en cada puerto, mi conocimiento del mundo es mayor”. Un viaje en el que el tiempo se confunde y los espacios se atraviesan. Un viaje largo y fértil de naturaleza mental que termina por reclamar un nuevo modo de narrar que somete a la figura a constantes metamorfosis”.

 

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