FIGURACIÓN POSTCONCEPTUAL
NUEVA FIGURACIÓN MADRILEÑA
La Nueva Figuración Madrileña es un fenómeno artístico que se desarrolló en la década de 1970 y primera mitad de 1980 en España. Su denominación responde al carácter figurativo de sus claves pictóricas, y a la localización geográfica donde se desarrollaron sus actividades.
Los artistas Carlos Alcolea, Carlos Franco, Rafael Pérez-Mínguez, Guillermo Pérez Villalta y Chema Cobo formaron un grupo pionero en desarrollar el pensamiento postmoderno en España, al reivindicar el carácter híbrido, ambiguo, complejo, fragmentario y heterodoxo de su obra.
En sus inicios, estos autores se identificaron con los planteamientos defendidos por el crítico Juan Antonio Aguirre y el posicionamiento de la Nueva Generación, especialmente con Luis Gordillo, frente al Informalismo y el Pop español. Más tarde, establecieron un complejo diálogo con el Arte Conceptual, con el que compartían principios teóricos pero discrepaban en las metodologías empleadas.
A pesar de que cada artista elaboró su propio lenguaje formal, cuestionando la idea de un estilo común, compartieron un posicionamiento común en la defensa de la pintura como medio artístico. Entre sus claves conceptuales y estéticas destacan:
— La renuncia a seguir tendencias o modas.
— El abandono de las ideas de progreso y originalidad. El eclecticismo selectivo y razonado como método de anular las diferencias y la distancia entre pasado y presente. La manipulación de la historia artística y los motivos mitológicos y populares.
— La reivindicación del placer lúdico de la pintura, potenciado por una actitud cosmopolita y la influencia de la psicodelia.
— El rechazo del realismo, el cuestionamiento de la mímesis y la crítica a la narrativa lineal.
— El interés en desplegar un imaginario inquietante, rico en duplicaciones, citas, juegos delirantes y cultismo.
Su propuesta abogaba por una pintura que transcendiera el antagonismo entre figuración y abstracción, cuyo objetivo fue la imagen: la creación de imágenes-idea y la representación de la idea en la imagen pictórica. Sus cuadros constituyen un espacio alternativo que solo es posible en la propia pintura, construido a partir de una lectura personal del mundo y su historia.
En este contexto, cabe señalar la coexistencia de dos líneas de trabajo significativas. Una vía defendida por Carlos Alcolea y Carlos Franco, cercana a los planteamientos de Luis Gordillo, la cultura pop y la hibridación. Y otra, en la que desarrollan sus propuestas Guillermo Pérez Villalta y Chema Cobo, dentro de la tradición pictórica occidental y próximo al mestizaje historicista.
Entre sus referentes cabe destacar al citado Luis Gordillo, David Hockney y Robert Ventury. Gordillo representó una vía alternativa a las tendencias vanguardistas y una apuesta por el desarrollo de caminos personales y solitarios. Su trabajo defendió una figuración simbólica de base psicoanalítica y resonancias Pop, una fórmula de síntesis que estos autores tomaron como punto de partida. Hockney, por su parte, planteaba la pintura como un medio para pensar sobre la propia pintura. Y Venturi, pionero de la postmodernidad arquitectónica, les facilitó los argumentos definitivos en su crítica a la ortodoxia del movimiento moderno.
La primera oportunidad de ver la obra de estos artistas la propició el crítico Juan Antonio Aguirre en la sala Amadís entre los años 1971 y 1972. En el año 1973 el crítico Juan Manuel Bonet programó la temporada de la Galería Buades con una propuesta configurada con los artistas próximos a Amadís, Herminio Molero y Manolo Quejido, más dos artistas conceptuales, Alberto Corazón y Nacho Criado. La mayor complicidad entre todos ellos se reflejó en la celebración de la Exhibición Arte de Cádiz I en 1974, donde se incluía la exposición Siete pintores en torno a la representación en el museo de Bellas Artes de Cádiz.
A mediados de la década de 1970 se incorporaron al grupo la llamada segunda generación, formada por Jaime Aledo, Sigfrido Martín Begué y Carlos Forn Bada. Las primeras exposición colectivas que reunieron a todos estos pintores —1980, Madrid D.F. o Nuevas Figuraciones— se celebraron a final de la década, momento en el que el posicionamiento como grupo daba paso a las trayectorias en solitario.
La primera exposición que propone una lectura histórica de este fenómeno se realizó el año 2009 bajo el título Los esquizos de Madrid en el Museo Centro de Arte Reina Sofía.