Imprimir esta página

Arquitecturas Pintadas. Arquitecturas en la pintura española del siglo xxi

Meinblau Projektraum. Berlín. Octubre-Noviembre, 2017.

Comisarios: Juan Cuéllar y Roberto Mollá. Organiza: MECD. Secretaría de Estado de Cultura. Dirección General de Industrias Culturales y del Libro. Subdirección General de Cooperación y Promoción Internacional de la Cultura. Colaboran: Instituto Cervantes. Embajada de España en Alemania

 

Los arquitectos pintan y los pintores construyen. Recorren un mismo camino y se miran, como corredores, siempre de reojo. Como fondo o como figura, como contexto o como elemento simbólico, la arquitectura ha vertebrado y articulado el espacio pictórico desde Giotto hasta nuestros días. Un espacio que no es realista ni abstracto sino más bien un lugar alternativo donde armar imágenes mentales, un escenario en el que, como dijo Magritte, la inteligencia de la exactitud no impide el placer de la inexactitud.

Con motivo de la exposición se publica Arquitecturas pintadas. Un libro que muestra el trabajo de pintores pertenecientes o afines a la Figuración Postconceptual y analiza el significativo papel que ha representado la imagen arquitectónica y geométrica en su trabajo. Son pintores que llevan en sus genes la lección de la piazza metafísica, que construyen su poética y dibujan su perfil a través de la visión de sus ciudades, de viajes reales o imaginados y de la relación del individuo con su entorno urbano. Pintores que se sienten próximos a las utopías vanguardistas del racionalismo de principios del siglo XX y encuentran en la mesa de dibujo del arquitecto, en sus escalímetros y en sus isometrías el molde perfecto en el que acomodar sus imágenes. Pintores arquitectos que rastrean la ciudad, convierten el bulevar en su yacimiento arqueológico, allanan domicilios y, como un impulso irrefrenable, dibujan sus casas ideales.

El libro y la exposición Arquitecturas pintadas presenta obras de: Juan Cuéllar / Paco De la Torre / Dis Berlin / Gonzalo Elvira / Damián Flores / Marcelo Fuentes / Carlos García Alix / Elena Goñi / Fernando Martín Godoy / Ángel Mateo Charris / Joël Mestre / Roberto Mollá / Guillermo Peñalver / Chema Peralta / Jorge Tarazona / Teresa Tomás / Nelo Vinuesa /

 


Ángel Mateo Charris. La casa de la cascada. 2017.

Teresa Tomás. 
Bangla en Reloj Eterno. 2016.

Gonzalo Elvira. WG. 2017.

Roberto Mollá. Apartamentos Harumi. 2017

 

“Son muchos los artistas españoles que, a contracorriente de un estilo contemporáneo perfectamente institucionalizado y asimilado, han mantenido su compromiso con la pintura y con el cuadro, reivindicando, incluso con hastío de tantas veces como tienen que hacerlo, la superficie pictórica como espacio de absoluta libertad, como máquina para pensar idónea y como soporte adecuado para realizar lo que, en su independencia, han concebido. Y muchos de ellos, especialmente los pertenecientes a la Figuración Postconceptual o próximos a ella, se sirven habitualmente de la pintura de arquitecturas como armazón, objeto o escenario de sus ideas. Los artistas seleccionados en esta exposición construyen su poética y dibujan su perfil a través de la visión de sus ciudades, de viajes reales o imaginados y de la relación del individuo con su entorno urbano. Encuentran en la mesa de dibujo del arquitecto, en sus escalímetros y en sus isometrías el molde perfecto en el que acomodar sus imágenes. Como el cazador de extraterrestres, rastrean la ciudad, convierten el bulevar en su yacimiento arqueológico, allanan domicilios, buscan rastros de otras formas de vida y, como un impulso irrefrenable, dibujan sus casas ideales”.

Del texto “La casa insperada” de Juan Cuéllar y Roberto Mollá.

 


Juan Cuéllar. Hohl. 2017


Paco de la Torre. Estancia en Bauhaus. 2017.


Carlos García-Alix. Planetario. 2003.


Dis Berlin. Turno de noche. 2010.

Joël Mestre. Campamento Gold. 2004.

 

Hacia comienzos de los años noventa del siglo pasado, ciertos pintores españoles jóvenes o muy jóvenes decidieron desacatar la pretensión exclusiva de institucionalidad que para sí se habían atribuido por entonces, como signos privilegiados del tiempo, las corrientes conceptuales y el arte político, más o menos resentidos tras el resurgir pictórico de los años ochenta que había sido muy celebrado por pintores y aficionados (sí, la pintura, como lo fue el toreo o el cante, es un arte para la afición, para el juicio del toque, el tino y el matiz, para apreciar, en fin, lo que todavía en ciertos ambientes meridionales, se llama “tener arte”, más que para su consideración como documento social e histórico). Pero hace veinticinco años todavía se peleaba y discutía en las arenas culturales, concretamente en las artísticas; hoy, ya no. Hoy, en el terreno artístico, hemos llegado al punto de “la cocinera de Lenin”, como si todo estuviera discutido, peleado y zanjado y el Arte —constituido en “sector oficial” a la manera sindical o industrial, de ahí la mayúscula que le corresponde— tuviera al fin una voz única, y en efecto cualquier “cocinera”, como decía el líder ex dadaísta sobre el mando del Estado, pudiera muy bien dirigir un museo o centro de arte contemporáneo, por la sencilla razón de que todo allí parece haber sido igualmente decidido y plasmado en una legalidad tan natural como incontrovertible. Quien dirija el Centro lo tiene más fácil que nunca: sólo debe seguir las consignas y desde luego leer bien el juego de las contraseñas. ¿De qué otra manera puede explicarse la homogeneidad monocorde de las programaciones, los premios y selecciones de lo que merece o no ser conservado en el archivo cultural? “

Del texto “Un barrio español” de Enrique Andrés Ruiz.

 


Jorge Tarazona. Casa Tobogán. 2017.


Damián Flores. Kikumbera. 2012

Elena Goñi. Frontón. 2017

Fernando Martín Godoy. Construcción. 2017.


Nelo Vinuesa. Treasure Island. 2014 / 2017.

Marcelo Fuentes. Carbón Nº 50.


Guillermo Peñalver. Los restos. 2016


Chema Perlata. Tres nubes. 2016

"Al contemplar los mundos construidos por estos artistas, resulta significativo el protagonismo que adquieren las construcciones vinculada al Movimiento Moderno. Una circunstancia que no deberíamos ignorar, ya que sospechamos que podría aportar claves para comprender el papel de la arquitectura en esta pintura. Como hemos señalado anteriormente, la necesidad de reformular el espacio pictórico les ha llevado a desarrollar estrategias transversales en las que están implicados diferentes medios. Y, posiblemente, sea en esta arquitectura donde hayan encontrado un buen número de estas claves. Por un lado, la evocación de cierta, citando a Josep Renau, nostalgia de futuro, y por otro, nuevas estrategias de inclusión de los principios abstractos en la figuración. Las arquitecturas racionalistas representarían, en cierto sentido, los restos de una revolución protagonizada por un ejército de héroes vanguardistas encabezado por Le Corbusier y Mies van der Rohe. Una carga connotativa que se imprimiría en estas arquitecturas pintadas, ya que al recrear las construcciones racionalistas estarían representando el fracaso de una utopía planteada a principios del siglo XX, cuando los creadores pensaron que el arte podría guiar a la humanidad hacia un futuro más brillante!.
Del texto “Bau Haus” de Paco de la Torre.

 

FacebookTwitterPin It