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TOMÁS MENDOZA. RECURRENTE.

Galería La Naval. Cartagena. Octubre 2015.

 

Tomás Mendoza (Cartagena, 1974) expone en La Naval un conjunto de veinticinco piezas de pequeño formato en una instalación que replica el modo de componer sus obras, rellenando las composiciones al máximo, extrayendo de su vida y de sus sueños recurrentes el material con el que ir definiendo una poética cercana a cierto surrealismo, pero alejada de revisiones historicistas. Profundamente arraigada en la biografía y en la mente del artista, su pintura nos ofrece destellos de sorprendentes combinaciones de imágenes, a veces terribles y otras delicadas, con una técnica minuciosa construida a lo largo de los años y alejada de todo academicismo.

 

“Tomás Mendoza es un pintor que cartografía minuciosamente el mundo, su mundo, en sus obras. Todos y cada uno de sus cuadros, grandes o pequeños, contienen su vida entera, porque TM lo pinta todo, literalmente: números, letras, códigos secretos, figuras enigmáticas, cuerpos desnudos, paisajes imaginados, sueños amables y pesadillas terroríficas, accidentes mortales, objetos cotidianos, artefactos inventados, telas de araña, puertas y ventanas, muebles imposibles, y así siempre

En su trabajo reúne, desde la tradición medieval, la metafísica, la patafísica, la psicodelia y el pop, en un excitante viaje entre El Bosco y Murakami.”

Martín Lejarraga

 

“Es un inquieto Bosco del S.XXI. Un Bosco requetepsicodélico. Pinta el mundo, y los otros mundos, con la mirada lisérgica del que tiene ojos de huevo. Por eso en su pintura todo evoluciona, todo se mueve rápidamente, todo se refleja a toda velocidad sobre sus casquetes esféricos. Esa manía de no dejar nada en el tintero lo lleva a rellenar el lienzo hasta el último milímetro.”

Ángel Guache

 

“Tomás Mendoza es surrealista desde siempre. Y cuando digo siempre quiero decir desde todos los ahoras anteriores a éste mismo. Surrealista antes de que Bretón descubriera el mojo picón en Canarias, desde antes que don Salvador Dalí realizara una arriesgada pirueta en el vientre de su madre y de que El Bosco descubriera una cosa que no supo cómo llamar. Surrealista antes de Marx y Freud, de Fu-Manchú y del Bombero Torero.

Tomás practica el horror vacui mucho antes de que existiera el latín y de que el big bang lo llenara todo de vacío. Si buscas algo a lo que se parezca, él ya lo habrá hecho antes, porque viene de otro mundo: un planeta con relojes caprichosos y relaciones espaciotemporales muy canallas, de irreverentes dimensiones –segunda, tercera y cuarta– que se enzarzan en acaloradas disputas, de perspectivas borrachas y cromatismos intoxicados.”

Charris

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